Tercer domingo de Adviento

Tercer domingo de Adviento

Alégrate

Estamos cerca de ver a Jesús, tengamos esperanza, será una gran fiesta”

La alegría es estar cerca de Jesús; la tristeza, perderle.

Jesús, pide a los cristianos que vivan con alegría y sean capaces de llevar esa alegría a los demás, que es imprescindible en toda labor de apostolado. La fe es alegría, el Evangelio es alegría y la llegada del Señor es alegría. El Señor está cerca y debemos orar siempre deseando su llegada.

El Señor nos pide confianza, vivir con esperanza y sembrar un mundo de alegría. Por ello, debemos compartir y repartir, ser sencillos y vivir en paz y en armonía porque con el Señor podemos celebrar la alegría de Dios-con-nosotros. Está dentro de uno mismo el querer cambiar, bailar con la felicidad y dibujar una sonrisa más.

Jesús está muy cerca de nosotros. Está cada vez más cerca. El Señor llega siempre a nosotros con la alegría y no con la tristeza. Porque es tiempo de mirar al cielo y sentir la libertad, de poder volar sin alas y de soñar una vez más.

Alégrate, llena de gracia, porque el Señor está contigo, le dice el Ángel a Maria. Y que razón tiene, puesto que nosotros podremos estar alegres si el Señor está verdaderamente presente en nuestra vida. Fuera de Dios, sin embargo, no hay verdadera alegría. No puede haberla.

Alegría no es aquella que es barata, que se puede alquilar por horas, ni la que se mide entre risa y risa o entre fiesta y fiesta. La alegría cristiana es don de Dios, y es un regalo. Surge sin apenas darnos cuenta, y con la certeza de que nos acompañará y nos guiará siempre, porque sabemos que, en el fondo de nuestra vida, esta Él y nunca nos dejará.

Alegraos siempre en el Señor, os lo repito, alegraos. El Señor está cerca.